Forúnculos: qué es, causas y tratamiento

Un forúnculo es una infección cutánea causada por bacterias, que forma un nódulo doloroso lleno de pus. Común en zonas de fricción, puede drenar espontáneamente o requerir atención médica para curarse.
Dr. Pedro Pinheiro
Dr. Pedro Pinheiro

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Forúnculos: que és, causas y tratamiento

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Introducción

El forúnculo o furúnculo es un absceso (colección de pus) que se forma dentro de la piel cuando una bacteria, habitualmente el Staphylococcus aureus, infecta a un folículo piloso, estructura donde crecen los pelos.

Al contrario de la foliculitis, que es una infección localizada y restricta al folículo piloso, el forúnculo surge porque la infección se alastra por el tejido subcutáneo alrededor del folículo.

Cuando el paciente desarrolla forúnculos múltiples y recurrentes, llamamos a esta condición furunculosis.

¿Cómo surge?

En general, la bacteria Staphylococcus aureus está presente en la superficie de la piel y, por menor que sea, puede servir como puerta de entrada para bacterias, incluyendo picaduras de mosquitos, escoriaciones, heridas por láminas de afeitar o lesiones causadas por agujas.

Los forúnculos ocurren más frecuentemente en áreas de pelos, húmedas y más expuestas a fricciones, como nalgas, ingles, axilas, muslos, rostro y cuello. Llamamos forunculosis cuando el paciente desarrolla múltiples y recurrentes forúnculos.

Cuando más de un folículo piloso de una misma región se infecta, los varios forúnculos creados pueden fundirse, ocasionando un absceso bien extenso, que recibe el nombre de ántrax o carbúnculo. Esta lesión ocurre habitualmente en las espaldas o en la nuca y presenta varios puntos de drenaje.

Forúnculo
Forúnculo

Es importante señalar que el forúnculo no es una espinilla gigante. Aunque ambas son infecciones de los folículos pilosebáceos, el proceso de formación del acné y la bacteria responsable de la infección son diferentes en las dos enfermedades.

Sin embargo, cabe resaltar que, como el acné no es una lesión de piel, puede acabar sirviendo como una puerta de entrada para el Staphylococcus aureus, siendo, por lo tanto, un factor de riesgo para el desarrollo de forúnculos.

Si quieres saber más sobre la formación de granos y espinillas, lea: Mejores tratamientos del acné.

Factores de riesgo

Toda la gente se hace, con una frecuencia razonable, pequeñas lesiones de piel en las regiones más propicias para la formación de los forúnculos, pero no siempre todas las personas desarrollan forúnculos. Muchas veces nuestro sistema inmunitario es capaz de neutralizar la invasión de bacterias para el tejido subcutáneo.

El riesgo de desarrollar forúnculos es mayor en personas con elevada colonización de bacterias Staphylococcus aureus en la piel y en la región dentro de las narinas, y en individuos con alguna deficiencia del sistema inmunitario. Factores genéticos también parecen estar relacionados, siendo la historia familiar de furunculosis un importante factor de riesgo.

Además de la predisposición genética, también podemos citar otros factores de riesgo ya reconocidos para la formación de forúnculos:

El convivio próximo con personas que suelen tener forúnculos con frecuencia parece aumentar el riesgo. Compartir ropas de cama, toallas y ropas personales también eleva el riesgo de furunculosis.

Síntomas

En general, el forúnculo empieza como un nódulo subcutáneo inflamado, doloroso y muy rojizo. Los forúnculos, habitualmente, son pequeños, siendo un poco mayores que un grano de fríjol o guisante. Pero, en algunos casos, pueden ser muy grandes, llegando a ser mayores que una pelota de ping-pong.

A medida que la infección evoluciona, dentro del folículo se acumulan pus y células muertas, causando un gran aumento de presión en el tejido subcutáneo.

Este aumento de presión hace con que surja en el centro de la lesión un punto amarillento o blanquecino, que es el pus siendo empurrado para fuera del folículo.

En algunos casos, la acumulación de material purulento en el absceso es tan grande que el forúnculo “estalla” solo, drenando espontáneamente una gran cantidad de pus. Sin embargo, muchas veces el forúnculo no se rompe espontáneamente y es necesaria una ayuda médica para drenar el absceso.

Forunculos
Forúnculos

Los abscesos muy voluminosos y profundos pueden dejar cicatrices. Algunas lesiones también pueden formar pequeños agujeros en la piel después de haber sido drenadas. En las lesiones mayores, puede ser expelida una masa de tejido muerto, más dura y carnosa, conocida como “cabeza de pus”. La retirada de esta masa es esencial para la curación de la infección.

En la mayoría de los casos, los forúnculos no provocan mayores complicaciones y desaparecen después de haber sido drenados. Lesiones pequeñas pueden curarse solas, sin necesitar de drenaje mecánico.

No obstante, la presencia de bacterias virulentas como el Staphylococcus aureus en el tejido subcutáneo es un riesgo para diseminación por la corriente sanguínea. La invasión de la circulación sanguínea por bacterias se llama bacteriemia y puede llevar a cuadros severos, como endocarditis, sepsis, absceso cerebral y osteomielitis.

Habitualmente, la presencia de un forúnculo no provoca fiebre ni gran comprometimiento del estado general. Cuando presentes, estos signos indican que la infección puede no estar más restricta a la piel y pueden surgir complicaciones.

Un absceso en la región del cóccix, porción final de la columna, ya próximo al ano, puede no ser un forúnculo, sino un quiste pilonidal.

Diagnóstico diferencial

El diagnóstico diferencial de los forúnculos debe incluir afecciones que compartan características clínicas, como la inflamación, el dolor y la presencia de nódulos con o sin supuración de pus.

A continuación resumiremos las características de algunas lesiones que pueden confundirse con forúnculos.

Hidradenitis supurativa

La hidradenitis supurativa es una enfermedad crónica que provoca la inflamación de las glándulas sudoríparas, especialmente en las zonas donde la piel se toca con frecuencia, como las axilas, la ingle y debajo de los senos. En esta afección se forman bultos dolorosos e inflamados que pueden convertirse en abscesos (bolsas de pus) y, con el tiempo, en fístulas, que son canales en la piel por los que drena el pus, a menudo con un fuerte olor.

A diferencia de los forúnculos, que son infecciones aisladas y tratables, la hidradenitis es persistente y puede aparecer y reaparecer con el tiempo, dejando cicatrices y, en algunos casos, orificios (fístulas) en la piel. Factores como la genética, las hormonas y hábitos de vida como el tabaquismo pueden aumentar el riesgo de desarrollar esta afección.

Un paciente que presenta con frecuencia forúnculos en la axila puede tener en realidad hidradenitis supurativa.

Le explicamos la hidradenitis supurativa en el artículo: Hidradenitis: síntomas, causas y tratamiento.

Esporotricosis

La esporotricosis es una infección fúngica causada por Sporothrix schenckii, que se adquiere principalmente por inoculación traumática de la piel con materia orgánica contaminada, como espinas o tierra.

Al principio, la esporotricosis puede manifestarse como una lesión similar a un forúnculo o un absceso subcutáneo. Sin embargo, suele evolucionar en una serie de nódulos que se distribuyen a lo largo de los vasos linfáticos de la zona afectada, lo que la diferencia de los forúnculos. Además, la presencia de antecedentes de traumatismo y contacto con el suelo o las plantas es un factor relevante en el diagnóstico.

Linfangitis nodular

La linfangitis nodular es una inflamación de los vasos linfáticos asociada generalmente a infecciones, siendo la esporotricosis una de las causas más comunes. Sin embargo, otras infecciones bacterianas y fúngicas también pueden dar lugar a esta presentación.

Clínicamente, la linfangitis nodular se caracteriza por la formación de una línea de nódulos subcutáneos, distribuidos a lo largo de la vía linfática, que pueden simular una cadena de forúnculos o abscesos subcutáneos. Este patrón de distribución «en cordón» es muy sugestivo y ayuda a distinguirla de los forúnculos aislados, ya que la infección sigue una vía linfática específica.

Absceso cutáneo

El absceso cutáneo es un importante diagnóstico diferencial del forúnculo. Ambos implican la formación de pus y causan dolor, calor y enrojecimiento en la piel. Sin embargo, mientras que un forúnculo es una infección más localizada que afecta al folículo piloso y al tejido circundante, un absceso cutáneo es una acumulación de pus más amplia y profunda que puede producirse en cualquier parte del cuerpo y no está relacionada con el folículo piloso.

El absceso suele presentar una mayor superficie de edema, es más doloroso al tacto y puede requerir un drenaje quirúrgico para su completa resolución. También suele tener un mayor riesgo de complicaciones y a menudo requiere tratamiento con antibióticos sistémicos. Esta distinción es fundamental para definir el enfoque terapéutico más adecuado para cada caso.

Quiste pilonidal

El quiste pilonidal es otro diagnóstico diferencial relevante cuando se consideran los forúnculos y los abscesos cutáneos. Se trata de una cavidad o quiste que se forma cerca de la base de la columna vertebral, normalmente en la región interglútea (justo por encima de las nalgas). Este quiste suele contener una combinación de piel, pelo y material queratínico. Cuando se infecta, puede convertirse en un absceso, causando dolor intenso, enrojecimiento y supuración de pus, similar a un forúnculo.

Aunque el quiste pilonidal puede parecerse a un forúnculo infectado, se diferencia principalmente por su localización y la naturaleza crónica y recurrente de la afección. Además, el quiste pilonidal suele estar relacionado con factores como la irritación repetitiva, los traumatismos leves y la fricción continua en la zona, que pueden favorecer la penetración de pelos en la piel, desencadenando el proceso inflamatorio.

Por lo tanto, un absceso en la región del coxis, el extremo de la columna vertebral, cerca del ano, puede no ser un forúnculo, sino un quiste pilonidal.

Explicamos el quiste pilonidal en el artículo: Quiste pilonidal: qué es, síntomas y cirugía.

Tratamiento

Nunca debe exprimir un forúnculo. El proceso de drenaje, cuando esté indicado, debe realizarse de forma aséptica y poco traumática para reducir el riesgo de cicatrices estéticamente indeseables y evitar que nuevas bacterias penetren en la piel.

Un drenaje realizado de forma incorrecta puede facilitar una nueva infección de la zona y la propagación de bacterias al torrente sanguíneo.

En general, los forúnculos se deshacen espontáneamente al cabo de unos días. En la mayoría de los casos, basta con aplicar compresas húmedas con agua tibia al menos tres veces al día para acelerar el drenaje espontáneo. No utilice pomadas para tratar los forúnculos por su cuenta. Por lo general, no son necesarios. La lesión solo puede limpiarse con agua y jabón suave. Tampoco suelen ser necesarios los antibióticos.

En el caso de abscesos grandes que no drenan espontáneamente al cabo de unos días, puede estar indicada una pequeña incisión realizada por el médico para acelerar el proceso de curación. El drenaje médico suele realizarse en casos de forúnculos que:

  • Duren más de 10 días.
  • Tienen una extensa zona de inflamación a su alrededor.
  • Estén situados en zonas con riesgo de complicaciones, como la cara y las regiones próximas a la columna vertebral.
  • Provoquen fiebre.
  • Lesiones múltiples (carbuncos).

¿Cuándo deben utilizarse antibióticos?

En algunas situaciones, puede estar indicado el uso de antibióticos después de drenar el absceso. Éstas son:

  • Abscesos múltiples.
  • Forúnculo de más de 2 cm de diámetro.
  • Forúnculo con una extensa zona de celulitis (inflamación) a su alrededor.
  • Fiebre.
  • Ausencia de mejoría de la lesión tras el drenaje.
  • Pacientes con algún grado de inmunosupresión.
  • Pacientes con factores de riesgo de endocarditis.

El uso de antibióticos no siempre es necesario. Depende de la gravedad del caso y del estado clínico del paciente. Cuando el médico opta por el tratamiento con antibióticos, la oxacilina, la flucloxacilina, la cefalexina, la cefradina, la doxiciclina, el trimetoprim-sulfametoxazol, la minociclina o la clindamicina son las opciones más adecuadas.

Pomadas para los forúnculos

Las pomadas tópicas para los forúnculos pueden ayudar en algunos casos, ya que su eficacia depende del estadio del forúnculo y de la extensión de la infección. Los forúnculos comienzan como infecciones en el folículo piloso y, si se detectan en las primeras fases, las pomadas antibióticas tópicas como la mupirocina pueden ayudar a limitar la infección bacteriana superficial y evitar que se extienda.

Sin embargo, en casos más avanzados, en los que el forúnculo ya se ha convertido en un absceso más profundo y doloroso, las pomadas suelen ser menos eficaces, ya que no pueden penetrar lo suficiente en la piel para alcanzar la infección.

Forúnculos recurrentes

Si el paciente presenta cuadros repetidos de forúnculos en el cuerpo, debe ser derivado a un dermatólogo. El primer paso es confirmar si realmente se trata de forúnculos o si las lesiones corresponden a hidradenitis supurativa u otro tipo de lesión similar, como se discutió anteriormente.

Si efectivamente son forúnculos, el médico deberá intentar tratamientos para descolonizar la piel. Una de las opciones utilizadas es la aplicación de mupirocina intranasal y la limpieza del cuerpo con una solución de clorhexidina.

En los casos resistentes, se puede realizar un cultivo del material de la lesión para guiar la elección de un antibiótico adecuado para el tratamiento.


Referencias


Autor(es)

Dr. Pedro Pinheiro

Médico licenciado por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), con títulos de especialista en Medicina Interna por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y de Nefrología por la Universidad Estadual de Río de Janeiro (UERJ) y por la Sociedad Brasileña de Nefrología (SBN). Actualmente vive en Lisboa, Portugal, tiene títulos reconocidos por la Universidad de Oporto y por el Colegio de Nefrología de Portugal.

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