Hepatitis B: síntomas, transmisión, tratamiento y vacuna

Dr. Pedro Pinheiro
Dr. Pedro Pinheiro

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Hepatitis B: síntomas, transmisión, tratamiento y vacuna

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¿Qué es la hepatitis B?

La hepatitis B es una enfermedad infecciosa causada por un virus llamado VHB, que significa «virus de la hepatitis B».

La hepatitis B es una enfermedad pandémica que afecta a 250 millones de personas en todo el mundo y provoca la muerte de más de 600.000 personas cada año. En algunas regiones de Asia y África, alrededor del 6% de la población es portadora del virus.

El VHB causa dos tipos de infección: la hepatitis aguda, que dura unos días y se cura espontáneamente, y la hepatitis crónica, la forma más grave, que puede causar cirrosis hepática a largo plazo o cáncer de hígado (hepatocarcinoma).

Afortunadamente, se dispone de varios fármacos para el tratamiento de la hepatitis B crónica y la infección puede prevenirse ahora mediante la vacunación. Gracias a estos avances en el tratamiento, la incidencia de la enfermedad y su mortalidad han disminuido.

¿Qué es una hepatitis vírica?

Hepatitis es un término que significa inflamación del hígado. Puede estar causada por virus, alcohol, drogas, acumulación de grasa en el hígado, etc. (explicamos los diferentes tipos de hepatitis en el artículo: Las diferencias entre la hepatitis).

Hay 5 tipos de hepatitis causadas por virus:


En la práctica, casi todos los casos de hepatitis están causados por los virus A, B o C. Las hepatitis D y E son raras.

Es importante saber que los virus que causan cada una de estas hepatitis son diferentes entre sí. El virus de la hepatitis C, por ejemplo, está genéticamente mucho más cerca de los virus del dengue y de la fiebre amarilla que del virus de la hepatitis B.

Como son virus diferentes, las formas de transmisión, la evolución de la enfermedad, el tratamiento y las vacunas para cada una de las 5 formas de hepatitis vírica también son diferentes. Lo único que tienen en común es que estos virus atacan preferentemente al hígado.

El virus de la hepatitis D tiene una particularidad: solamente ataca a quienes ya están infectados por la hepatitis B. Por tanto, todo paciente con hepatitis D tiene necesariamente también hepatitis B. Los pacientes con hepatitis B+D presentan un cuadro mucho más agresivo de daño hepático.

Transmisión

La hepatitis B es una enfermedad de transmisión sexual. Alrededor del 70% de los casos se transmiten por vía sexual, aproximadamente 2/3 por relaciones heterosexuales y 1/3 por relaciones homosexuales.

Otras vías de transmisión del VHB son la transmisión vertical (de la madre al feto), las transfusiones de sangre y compartir agujas o accidentes con agujas infectadas u otros suministros hospitalarios.

El virus B puede permanecer vivo en el ambiente hasta 7 días y puede adquirirse si entra en el cuerpo de una persona no vacunada. Esto significa que es posible contraer la hepatitis B a través del uso habitual de cepillos de dientes u hojas de afeitar, si están contaminados con sangre. Sin embargo, estas rutas son poco frecuentes.

También se han notificado casos de transmisión a través de acupuntura, tatuajes, o perforaciones corporales (body piercing) realizadas con material no desechable y contaminado con sangre.

No hay riesgo de transmisión de la hepatitis B en las piscinas, por abrazos, apretones de manos, estornudos o tos.

La transmisión a través de los vasos, los cubiertos o los besos sólo es posible si hay un contacto directo de la sangre contaminada. En condiciones normales, no hay ningún riesgo.

El uso de preservativos está indicado para prevenir la transmisión sexual.

Síntomas

La hepatitis B se divide en dos fases: infección aguda e infección crónica.

Hepatitis B aguda

El periodo de incubación, es decir, desde el momento de la contaminación hasta la aparición de los primeros síntomas, suele ser de 1 a 4 meses.

La hepatitis B aguda suele dividirse en formas ictéricas, no ictéricas y fulminantes.

Hepatitis B aguda no ictérica

Alrededor del 70% de los pacientes infectados por el virus de la hepatitis B presentan síntomas leves e inespecíficos de la infección. A menudo la fase aguda es tan leve que puede pasar desapercibida y confundirse con una enfermedad similar a la gripe.

En estos casos, no es nada raro que los pacientes descubran que han tenido hepatitis solamente años después al someterse a análisis de sangre rutinarios o a la donación de sangre.

Hepatitis B con ictericia aguda

Alrededor del 30% de los pacientes desarrollan el cuadro clínico típico de la hepatitis, denominado forma ictérica de la hepatitis B aguda.

Se llama ictericia al color amarillento de la piel y las mucosas debido a la acumulación de bilirrubina en la sangre. Además de la piel amarillenta, también suele haber orina oscura y heces de color muy claro.

ictericia

Para más detalles sobre la ictericia, lee: Ictericia: qué es, causas, síntomas y tratamiento.

Otros síntomas de la hepatitis B aguda incluyen:

  • Cansancio.
  • Náuseas y vómitos.
  • Dolor en las articulaciones.
  • Dolor abdominal, especialmente en la parte superior derecha.
  • Fiebre.
  • Pérdida del apetito.

Durante la fase aguda, en los análisis de sangre, los marcadores de daño hepático suelen ser elevados. Las transaminasas (AST y ALT) suelen estar muy elevadas, a menudo por encima de 1000 UI/L.

Hepatitis B fulminante

La insuficiencia hepática fulminante es rara y ocurre en menos del 0,5% de los casos. La coinfección con la hepatitis D o el consumo frecuente de alcohol, drogas intravenosas o paracetamol aumentan el riesgo de hepatitis fulminante.

La hepatitis fulminante es una urgencia médica, ya que la insuficiencia hepática aguda hace que el paciente evolucione rápidamente hacia la encefalopatía hepática y el coma.

El tratamiento indicado es el trasplante hepático de urgencia.

Para saber más sobre los síntomas de la hepatitis aguda, lee: 8 síntomas de la hepatitis aguda.

Pronóstico

El 95% de los adultos que contraen la hepatitis B se recuperan espontáneamente y se curan completamente en 6 meses. Sólo el 5% evoluciona a la forma crónica de la hepatitis.

Cuanto más joven es el paciente, mayor es el riesgo de que evolucione a la forma crónica, hasta el punto de que hasta el 50% de los niños menores de 5 años y el 90% de los recién nacidos no consiguen curarse.

Hepatitis B crónica

La hepatitis crónica se produce cuando nuestro sistema inmunitario no puede eliminar el VHB en un plazo de 6 meses. Estos pacientes permanecen indefinidamente con el virus en el cuerpo, que permanece activo y destruyendo lentamente el hígado.

La hepatitis B crónica suele permanecer asintomática durante muchos años. Incluso los que tenían los síntomas típicos de la hepatitis aguda mejoran espontáneamente de sus síntomas, aunque siguen teniendo el virus vivo en su cuerpo.

Los pacientes con hepatitis B crónica pueden infectar a otros a través de las vías de transmisión mencionadas anteriormente, especialmente a través de las relaciones sexuales.

La intensidad de los síntomas en la fase aguda no influye en el riesgo de que la enfermedad se vuelva crónica. De hecho, menos de la mitad de los pacientes recuerdan haber tenido síntomas de hepatitis aguda. Para muchos, el diagnóstico de infección crónica es una sorpresa.

Complicaciones de la hepatitis B crónica

Tras el final de la fase aguda, los valores de AST y ALT descienden, pero siguen siendo ligeramente superiores a los normales, ya que el virus sigue provocando una destrucción lenta y constante de las células hepáticas.

Entre las complicaciones más comunes de la hepatitis B crónica están la cirrosis y el cáncer de hígado. Afortunadamente, la mayoría de los pacientes con la forma crónica de la infección no llegan a estos dos resultados, y cuando lo hacen, suele ser varios años después.

La tasa de progresión de la enfermedad después de 5 años del diagnóstico es:

  • El 10-20% de los pacientes con hepatitis crónica evolucionan hacia la cirrosis.
  • Alrededor del 20% de los pacientes con cirrosis progresan a fases avanzadas de la enfermedad.
  • Entre el 6 y el 15% de los pacientes con cirrosis desarrollan un hepatocarcinoma (cáncer de hígado).

El riesgo de cirrosis y hepatocarcinoma es mayor en los pacientes que consumen alcohol regularmente.

Además del alcohol, hay otros factores que influyen en el riesgo de progresión a cirrosis, como: la carga viral (recuento de virus en la sangre), la tasa de actividad del virus o la coinfección con otras hepatitis virales, como la hepatitis C o la hepatitis D.

Los pacientes con hepatitis B adquirida al nacer suelen llegar a los 30 años sin mayores complicaciones de la enfermedad.

El 10-20% de los pacientes con hepatitis B desarrollan enfermedades extrahepáticas. Las dos principales son la poliarteritis nodosa y la nefropatía membranosa.

Diagnóstico

El diagnóstico de la hepatitis se confirma mediante la serología sanguínea. La interpretación serológica es compleja y no puede explicarse aquí en detalle. Sin embargo, se puede proporcionar alguna información:

HBsAg: es una proteína existente en la superficie del virus. Un HBsAg positivo indica que el virus está presente en la circulación.

Los pacientes con hepatitis B crónica siguen siendo positivos al HBsAg para siempre, ya que nunca se deshacen del virus. Los pacientes curados tienen HBsAg negativo.

Anti-HBs: es el anticuerpo producido contra el virus. Suele aparecer cuando la infección está curada o cuando el paciente se ha vacunado.

Los pacientes con hepatitis B crónica nunca tienen anti-HBs positivo. Los pacientes con anti-HBs positivo y HBsAg negativo son aquellos que son inmunes a la hepatitis, ya sea por la vacunación o porque han tenido la enfermedad anteriormente.

HBeAg y Anti-HBe: El HBeAg es una proteína del núcleo del virus y suele estar presente cuando el virus es muy activo.

El HBeAg suele ser positivo en la fase aguda y en los casos de hepatitis B crónica con alta replicación viral.

El anti-HBe es un anticuerpo que aparece cuando el paciente está curado o cuando la infección crónica está latente y el virus no se multiplica.

Anti-HBc: es otro anticuerpo contra el virus B.

La anti-HBc IgM es positiva en los casos agudos. La anti-HBc IgG es un anticuerpo que está presente en todas las personas que han tenido hepatitis o la tienen de forma crónica. Quien, por ejemplo, ha sido vacunado, presenta anti-HBs positivo, pero no presenta anti-HBc.

La siguiente tabla resume los principales resultados de la serología de la hepatitis B

Hepatitis B agudaHepatitis B crónicaHepatitis B curadaVacunado
Anti-HBc IgM+
Anti-HBc IgG+++
HBsAg++
Anti-HBs+++
HBeAg++/-+/-
Anti-HBe+/-

Vacuna

La vacuna contra la hepatitis es muy segura y tiene una eficacia superior al 95%.

La hepatitis B es una enfermedad potencialmente erradicable si se realizan campañas de vacunación masiva eficaces. En muchos países, la vacunación contra la hepatitis B ya forma parte del calendario básico de vacunación infantil.

El esquema actual se hace en tres dosis: la primera al nacer, la segunda al mes y la tercera a los seis meses.

Si entre la primera y la tercera dosis hay una interrupción, no es necesario volver a empezar todo el régimen. Sin embargo, las posibilidades de que los niños desarrollen anticuerpos (anti-HBs) son mayores si se respeta el calendario.

Dos meses después de finalizar el programa de vacunación, se puede realizar una serología para determinar la presencia de anti-HBs, que indica el éxito de la vacunación.

Como esta tasa de éxito es muy alta en la población general, la mayoría de los médicos sólo recomienda la serología cuando es imprescindible, como en los profesionales sanitarios, las parejas de las personas infectadas, los pacientes de hemodiálisis, etc.

La vacuna tarda varios meses en crear una protección contra la hepatitis, por lo que no puede evitar la contaminación en casos de accidentes con agujas contaminadas, por ejemplo.

En estos casos, si la persona lesionada no se ha vacunado o nunca ha tenido hepatitis B, se recomienda la inmunoglobulina contra la hepatitis B, un cóctel de anticuerpos contra el virus.

La inmunoglobulina debe administrarse lo antes posible, preferiblemente en las primeras 24 horas después del accidente, para evitar la contaminación. Tras 7 días de posible contaminación, la inmunoglobulina es ineficaz.

Tratamiento

Hepatitis B aguda

En la hepatitis aguda sólo se recomienda reposo, hidratación y evitar el alcohol y los medicamentos que puedan dañar el hígado.

No existe una dieta especial ni hay tratamientos alternativos que hayan demostrado ofrecer alguna mejora. Evita los remedios naturales, ya que no tienen una eficacia probada y pueden empeorar los síntomas.

Hepatitis B crónica

El tratamiento de la hepatitis B sólo está indicado en casos de hepatitis B crónica con signos de actividad, ya sea por HBeAg positivo, cirrosis, elevaciones de AST y ALT o una carga viral elevada.

Una vez indicado el tratamiento, hay varios fármacos disponibles, como lamivudina, adefovir, entecavir, telbivudina, interferón y tenofovir.

El tratamiento suele ser largo y las tasas de éxito varían entre el 20% y el 70%, según la situación. El objetivo de la terapia no es curar al paciente, sino impedir que el virus se multiplique y prevenir futuras complicaciones, como la cirrosis y el cáncer de hígado.

La tasa de curación con los tratamientos actuales sigue siendo baja, solamente alrededor del 5%. Sin embargo, es muy probable que esta historia cambie en los próximos años. Hay más de 50 nuevos fármacos en fase de prueba y, como ha ocurrido recientemente con la hepatitis C, es probable que pronto tengamos un tratamiento curativo para la hepatitis B.

En los casos más graves, con signos de cirrosis e insuficiencia hepática, el trasplante de hígado suele ser la única opción.


Referencias


Autor(es)

Dr. Pedro Pinheiro

Médico licenciado por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), con títulos de especialista en Medicina Interna por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y de Nefrología por la Universidad Estadual de Río de Janeiro (UERJ) y por la Sociedad Brasileña de Nefrología (SBN). Actualmente vive en Lisboa, Portugal, tiene títulos reconocidos por la Universidad de Oporto y por el Colegio de Nefrología de Portugal.

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