Introducción
En mujeres embarazadas, los exámenes que utilizan radiación, como radiografías y tomografía computarizada, deben ser evitados debido a los evidentes riesgos que traen al bebé. Por lo tanto, la ecografía es la prueba de imagen de elección para el control prenatal.
La ecografía es una prueba de bajo costo, sin riesgo para el feto, que no provoca efectos secundarios y no tiene contraindicaciones.
En este artículo vamos a hacer una breve revisión del papel de la ecografía obstétrica. Abordaremos temas como la translucencia nucal, la ecografía morfológica, la estimación de la edad gestacional y la ecografía 3D y 4D.
¿Cuándo se debe hacer la ecografía obstétrica?
LA ecografía puede ser realizada en varias ocasiones durante el embarazo, pero no es necesario en cada consulta. De hecho, muchas sociedades internacionales de Ginecología y Obstetricia concuerdan que, si la paciente es sana, no tiene quejas ni factores de riesgo, solamente una o dos evaluaciones de ecografía, llevadas a cabo entre la 10ª y 13ª semanas y entre la 16ª y 20ª semanas de gestación, son realmente necesarias durante el embarazo.
Sin embargo, como muchos obstetras tienen un ecógrafo en su consultorio, es muy común que el examen acabe formando parte de muchas, sino de todas, las consultas de prenatal.
Es bueno dejar claro que, estando la embarazada bien, no hay estudios que indiquen ventajas en términos de salud de la madre y del feto cuando comparamos gestantes que hicieron ecografías seriadas durante todo el embarazo con gestantes que hicieron solamente una única ecografía entre la 16ª y 20ª semana de gestación.
Por lo tanto, en lugares con poca infraestructura y acceso limitado a recursos médicos, no tiene nada de malo solicitar una sola ecografía durante el embarazo.
En lugares con más recursos, el obstetra suele realizar por lo menos 3 o 4 ecografías en el prenatal, divididos a lo largo de los tres trimestres del embarazo:
1. En la primera o segunda consulta prenatal con el objetivo de confirmar la existencia de un embrión dentro del saco gestacional y del embarazo intrauterino, visualizar los latidos del corazón del feto, identificar precozmente un embarazo gemelar, estimar la edad gestacional y evaluar posibles cambios anatómicos del tracto ginecológico femenino, como quistes ováricos, miomas, malformaciones uterinas, etc.
2, En el segundo trimestre de gestación, la ecografía obstétrica debe ser realizada, preferiblemente, entre la 18ª y 24ª semana de embarazo, para evaluar la formación de la anatomía fetal. Este examen se llama ecografía morfológica y es la ecografía más importante del embarazo, ya que es capaz de detectar malformaciones fetales.
Luego en el inicio del segundo trimestre, alrededor de la 12ª semana de gestación, también es muy común la realización de la ecografía para medir la translucencia nucal, que es un examen que evalúa la cantidad de líquidos en la región de la nuca del feto. Una translucencia nucal aumentada sugiere la posibilidad de una alteración cromosómica, como el síndrome de Down.
3. En el tercer trimestre la ecografía sirve para controlar la tasa de crecimiento del feto, la ubicación de la placenta del útero, la cantidad de líquido amniótico, la vitalidad del feto, su posición dentro del útero y la posición del cordón umbilical.
La primera ecografía del bebé
Las ecografías obstétricas realizadas en las primeras 12 semanas de embarazo son habitualmente hechos por la vía transvaginal. A partir de la 12ª semana, la vía abdominal es la más indicada.
La primera ecografía de la gestación ya puede ser realizado a partir de la 5ª semana de embarazo, época en que ya es posible visualizar el saco gestacional, primera estructura identificable de un embarazo.
El saco gestacional suele estar visible a partir de la 4ª o 5ª semana de gestación. Antes de la 4ª semana es inútil hacer la ecografía ya que no es capaz de identificar ninguna señal de gestación.
Unos días después del comienzo de la 5ª semana del embarazo es posible identificar, dentro del saco gestacional, la vesícula vitelina, estructura que provee nutrientes al embrión. La presencia del saco gestacional y de la vesícula vitelina dentro del útero confirma la existencia de un embarazo intrauterino, descartando la posibilidad de un embarazo ectópico, incluso si el embrión todavía no se puede visualizar.
El embrión en sí mismo es generalmente visible desde la 6ª semana y sus latidos cardíacos pueden ser identificados entre la 6ª y la 7ª semana.
En general, indicamos la realización de la primera ecografía durante la 7ª semana de embarazo, cuando todos los datos referidos anteriormente ya estarán disponibles para el obstetra.
Estimación de la edad gestacional
En el primer trimestre del embarazo, el embrión humano presenta una tasa de crecimiento y desarrollo más o menos estable y predecible, siendo así posible estimar la edad gestacional de acuerdo con sus características ecográficas. Desde el segundo trimestre, los bebés empiezan a crecer en velocidades diferentes según sus características genéticas y condiciones del embarazo, siendo más difícil de estimar la edad gestacional en la ecografía.
La estimativa de la edad gestacional y de la fecha probable del parto (FPP) son hechas de forma más precisa por la ecografía obstétrica en el primer trimestre que por la fecha de la última menstruación (FUM), principalmente en las mujeres que tienen un ciclo menstrual irregular o que no se recuerdan con certeza del día de inicio de la última menstruación.
Si la FPP calculada por la FUM es diferente de la FPP calculada por la ecografía, esta última debe ser la utilizada por el obstetra para evaluar la edad gestacional más precisa (lea: Calculadora y calendario del embarazo).
El tamaño del saco gestacional y, principalmente, una medida llamada longitud céfalo-nalga (LCN), son las medidas más usadas para estimar la edad gestacional. Datos, como la presencia del latido cardíaco, de la vesícula vitelina y de un embrión visible dentro del útero, también auxilian en la estimativa de la edad gestacional en los embarazos todavía muy tempranos.
Desde la 12ª semana de embarazo, otras medidas permiten estimar la edad gestacional, tales como el diámetro biparietal (DBP), la circunferencia cefálica (CC) y la longitud del fémur (LF).
Translucencia nucal
La evaluación de la translucencia nucal (TN), que algunos llaman ecografía morfológica del primer trimestre, es un examen realizado entre la 11ª y 13ª semana de embarazo, cuyo objetivo es identificar la cantidad de líquido presente en la nuca del feto.
Los estudios demuestran que los fetos con anomalías cromosómicas, malformaciones fetales y síndromes genéticos suelen tener mayor cantidad de líquido en esta región, haciendo que la nuca parezca más ancha.
Como los líquidos crean menos eco que las estructuras sólidas a la ecografía, ellos aparecen más oscurecidos, o sea, con mayor translucidez o con translucencia nucal aumentada. El examen de la translucencia nucal solamente tiene valor cuando realizado en fetos con longitud céfalo-nalga entre 45 y 84 mm y con menos de 14 semanas de gestación
Valores normales de la translucencia nucal son menores que 2,5 mm. Estos valores, sin embargo, deben ser evaluados según la edad de la mujer embarazada. Una translucencia nucal mayor que 2,5 mm en una mujer embarazada de 22 años es menos preocupante que el mismo valor en una gestante de 40 años. Cuanto mayor es el valor de la translucencia nucal, mayor será la posibilidad del feto tener alguna alteración genética.
La translucencia nucal aumentada puede ser un indicador de varias enfermedades genéticas o malformaciones, siendo el síndrome de Down la más importante. Alrededor del 75% de los bebés con síndrome de Down tienen translucencia nucal aumentada.
Es necesario reforzar que la translucencia nucal es solamente una prueba de rastreo, y no sirve como diagnóstico definitivo. La tasa de falsos positivos es relativamente alta, alrededor del 5%. De la misma forma, una TN normal, por debajo de 2,5 mm, no descarta la posibilidad de una enfermedad cromosómica visto que alrededor de un 20 a 25% de los fetos con Down presentan TN normal.
Cuando encontramos una translucencia nucal aumentada, otras evaluaciones ecográficas deben ser realizadas para obtener más datos. Generalmente, la ausencia de hueso nasal y un flujo sanguíneo alterado en el ducto venoso (comunicación entre la vena umbilical y la vena cava inferior del feto) son alteraciones que refuerzan la posibilidad de problemas genéticos.
Cuando el rastreo por la translucencia nucal, hueso nasal o ducto venoso está alterado, se hace necesaria una investigación con análisis de sangre de la madre (beta hCG y Proteína Plasmática A (PAPP-A)).
Con los datos de la translucencia nucal y los resultados de los exámenes de sangre, el obstetra puede calcular el riesgo de enfermedades cromosómicas del feto. Si el valor es mucho mayor que lo esperado para la edad, la amniocentesis (recolección de líquido amniótico) suele estar indicada para el diagnóstico definitivo.
Sexo del bebé al ultrasonido
Se puede identificar el sexo del bebé por la ecografía a partir de la 11ª semana de gestación.
Sin embargo, en esta etapa, la tasa de acierto es solamente de un 70%. El sexo del feto se puede descubrir con mayor seguridad a partir de la 13ª semana del embarazo (lee: ¿Niño o niña? Cómo saber el sexo de tu bebé).
Ecografía morfológica
La ecografía morfológica fetal es la ecografía más importante del embarazo. Se debe hacerla por vía abdominal entre la 18ª y la 24ª semanas del embarazo. En esta etapa, el feto ya está todo formado, siendo posible identificar malformaciones presentes con relativa facilidad.
La ecografía morfológica fetal es el examen más lento y detallado del embarazo, pudiendo llevar más de media hora, pues el médico necesita evaluar individualmente diversas estructuras diferentes. En muchos casos, no es su obstetra que realiza este examen, pero sí un radiólogo u otro obstetra especializado en ecografía fetal.
En la ecografía morfológica es posible confirmar el sexo del bebé, verificar su corazón y sus cámaras, evaluar la formación del cerebro, los órganos digestivos, los miembros, la cara y otros sistemas del feto.
El uso del Doppler sirve para comprobar el flujo de sangre en la placenta y el útero. En esta ecografía también es posible determinar la ubicación de la placenta para saber si ella puede estar bloqueando la salida del útero, una condición llamada placenta previa.
La ecografía morfológica también sirve para medir la cabeza del bebé, el fémur y la circunferencia abdominal para saber si su crecimiento está adecuado.
Ecografía 3D
La ecografía 3D ha ganado popularidad en los últimos años debido a la mayor nitidez y belleza de sus imágenes. Para los padres, la ecografía 3D es mucho más interesante, porque muestra el aspecto del feto con más detalles. Para el obstetra, sin embargo, en la mayoría de los casos, no hay indicación para su realización, ya que la ecografía 3D añade pocas informaciones en relación a la ecografía 2D común.
En algunos casos de sospecha de anomalía facial o defectos del tubo neural vistos por la ecografía común, la ecografía 3D parece mostrar los defectos con un poco más de nitidez. Salvo situaciones como esta, son pocos los casos en que la versión 3D es realmente útil.
La ecografía 4D es solamente una ecografía 3D en tiempo real, capaz de mostrar los movimientos del feto y sus estructuras internas, como el corazón. Puede ser grabado como un video, que lo hace aún más atractivo para los padres.
Referencias
- Ultrasound examination in obstetrics and gynecology – UpToDate.
- Basic principles and safety of diagnostic ultrasound in obstetrics and gynecology – UpToDate.
- Obstetric Ultrasound – Radiological Society of North America.
- The routine obstetric ultrasound examination – Obstetrics and gynecology clinics of North America.
- Basic Obstetric Ultrasound – Medscape.
Autor(es)
Médico licenciado por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), con títulos de especialista en Medicina Interna por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) y de Nefrología por la Universidad Estadual de Río de Janeiro (UERJ) y por la Sociedad Brasileña de Nefrología (SBN). Actualmente vive en Lisboa, Portugal, tiene títulos reconocidos por la Universidad de Oporto y por el Colegio de Nefrología de Portugal.
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